27 mayo, 2025
Con una carta que rinde homenaje al territorio, una cocina sin artificios y un ambiente que invita al encuentro, Barriga abre sus puertas en Castellón como un nuevo punto de referencia para quienes buscan autenticidad, sabor y cercanía.
Lo que empezó como un juego de palabras ‘Bar Riga’, ha acabado convirtiéndose en una declaración de intenciones: en Barriga se come bien, se comparte y se disfruta. Un lugar donde el producto es el protagonista absoluto. Una apuesta decidida por ingredientes de temporada, frescos y cercanos, trabajados con mimo y respeto. “Nos guiamos por tres criterios: calidad, frescura y proximidad. Elegimos directamente de la lonja o el mercado, trabajando con proveedores que comparten nuestra filosofía y respeto por el producto. Así garantizamos ingredientes de temporada que expresan el carácter de nuestra tierra”, explica Paco Llansola, fundador y director del proyecto.
La sepia entera del Grao de Castelló, los canyuts (navajas pequeñas típicas del Delta del Ebro) y las cigalas de San Carles de la Ràpita, el bogavante con huevos fritos y patatas, el steak tartar sobre pan de cristal o los huevos estrellados con chistorra, espárragos verdes y boniato que el equipo los ha bautizados como huevos barriga por la personalidad que le han dedicado a esta receta, son algunos de los platos estrella y un buen ejemplo del cuidado a los productos y el sabor.
Estas propuestas gastronómicas conforman una carta en la cual el 60% siempre es fijo y el 40% va variando en función de lo que les llega cada día.
“Después de recorrer medio mundo, sentí la necesidad de volver a mis raíces y crear un espacio en mi ciudad donde compartir mi pasión por la gastronomía”, indica Paco Llansola. Él junto a Jacobo Igliki y Manuel Díaz, han dado forma a un concepto que trasciende la etiqueta de ‘bar’ o ‘restaurante’. Barriga es un lugar donde todas las generaciones se encuentran en la mesa, comparten vinos, historias y buenos momentos.
La cocina está en manos de Naiara Herraez, cocinera con una trayectoria internacional, de Tulum a Formentera, pasando por Quimera (1 estrella Michelin y 1 Sol Repsol), que aporta una mirada amplia, pero siempre desde el respeto al producto local. Su llegada, tras una anécdota que supuso un giro inesperado a solo tres semanas de la apertura, se ha convertido en uno de los pilares del éxito de Barriga.
Para la bodega también han querido desmarcarse y salirse de las referencias habituales apostando por vinos de autor de cercanía o vinos naturales. Incluso tienen su propio vino: Barriga x Dominio de Rodeno, un vino procedente de Azuébar, localidad del interior de Castellón ubicada en la Sierra de Espadán. Un vino que realizan en exclusiva para Barriga.
Diseño, arte y territorio: una experiencia que va más allá del plato
El local está ubicado en pleno centro de la ciudad, esquina Calle Temprado con Escultor Viciano, una zona gastronómica por excelencia en Castellón.
El diseño del espacio, con aforo para 50 personas, ha sido concebido por el propio equipo. Jacobo Iklig y Laia Pallarés han creado una atmósfera cálida, acogedora y con alma, en sintonía con la esencia del proyecto. Además, acogen exposiciones bimensuales de artistas locales, reforzando su compromiso con el talento de la zona. Ahora mismo cuentan con una muestra de la ilustradora Valentina Silva. Asimismo, también han contado con las artistas Bonavistataller (de Benicàssim y Lleida) para ilustrar algunos de sus rincones.
La identidad visual lleva la firma de la creativa Arantxa Gil, también castellonense, quien ha sabido traducir el alma de Barriga en una imagen fresca, sencilla y reconocible.
Gran acogida en sus primeras semanas de vida
El recibimiento desde el primer día ha superado todas las expectativas: el local trabaja con reservas a dos semanas vista. Pero el equipo tiene claro que esto es solo el principio. «Ahora empieza la etapa más importante: mantenernos fieles a nuestra esencia, seguir cuidando cada detalle y, sobre todo, hacer que cada persona que entre en Barriga se sienta como en casa», concluye Paco.
Barriga ya es una realidad en Castellón. Y viene con hambre de territorio, calidez y disfrute.
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